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El día que vio una mujer desnuda
La actriz Ana Ofelia Murguía, de 79 años, recuerda su vida en el cine; el 30 de agosto estrena Fecha de caducidad, al lado de Damián Alcázar

. (Foto: MARCO ANTONIO VALDEZ EL UNIVERSAL )
El día que Ana Ofelia Murguía filmó la secuencia de El apando (1976) en la que veía desnuda y con las piernas abiertas al personaje interpretado por María Rojo, no puede ser olvidado.
Dicha escena presentaba a la actriz, hoy de 79 años, como una carcelera lesbiana que abusaba de las mujeres visitantes a una prisión mexicana.
“Me pusieron el uniforme de policía que estaba ya lustroso y como sudado, ¡no sé si lo habían mandado a la tintorería o qué!.
“El personaje era desagradable, yo tenía pudor; me lavaba las manos, volteaba a ver a María (Rojo), que era como mi hermanita y a pesar de que sabía que iba a estar desnuda, al verla así, me dio cosa”, recuerda.
Años después (1994) le tocaría un pequeño regaño por parte del realizador Arturo Ripstein, mientras filmaba La reina de la noche.
Como acostumbra Arturo, se rodaba un plano secuencia (de varios minutos, sin corte de cámara), donde abofeteaba a Patricia Reyes Spíndola.
Ambas debían pararse en cierta posición para poderse ver a través de la luna de un espejo.
“Eran las 7:30 de la noche, estaba enferma del estómago y era una escena larga, entonces de pronto se me olvidaba una palabra y, a la tercera vez, me reclama: ‘lo dices ya o qué, ¿no eres actriz?’. Contesté, voy a ver, era el último día de rodaje”, narra.
Su vida
El cine ha sido la vida de Murguía en las últimas cuatro décadas.
Su filmografía cuenta más de 90 producciones, con películas como Las poquianchis, La viuda negra, Las buenas hierbas, El viaje de la Nona, Párpados azulez y Sólo quiero caminar.
Aunque sean papeles pequeños, como en El apando, le fascina participar en historias que transmitan algo.
“Me encanta el cine, el teatro y radio, lo que no me gusta es la tele, pero sólo ahí se puede hacer un guardadito”, señala, quien tiene en su haber las telen ovelas Mientra haya vida y La hija del jardinero.
El próximo viernes 30 de agosto se verá uno de sus más recientes trabajos: Fecha de caducidad, en la cual encarna a la una madre que busca a su hijo desparecido, teniendo como única seña particular, un dedo herido.
En ella comparte créditos con Damian Alcázar, Marisol Centeno y Eduardo España, siendo la ópera prima de Kenya Márquez.
“Sufrí mucho en las escenas de la morgue en la Univesidad (de Guadalajara); la regañé y detesté (a la directora), olía horrible y fueron tramposos, me dijeron queno había muertos y sí había”, cuenta Murguía divertida.
“¡Era un sacrificio para ofrecérselo al Niño Dios!”, agrega.
Cosa contraria le pasó en El viaje de la Nona, para la cual se hospedó en lo que llama un narcohotel hacia Toluca.
“Muy elegante, con narcojacuzzi y narcotelevisión, sin armarios y dos puertas, me divertía lo que podía ser ese lugar”, apunta.
Gracias a un novio
La ganadora del Ariel de Oro por su trayectoria cinematográfica, no siempre pensó en ser actriz.
Tendría 20 años cuando un ex novio la llevó a la capilla de Salvador Novo y vio la puesta en escena A ocho columnas. Quedó encantada con ver a gente de carne y hueso, contando algo.
Entonces buscó estudiar teatro y, aprovechando que sus padres estaban separados, únicamente les avisó que lo haría.
A los 22 debutó profesionalmente en el Palacio de Bellas Artes con Pruebas de fuego, una versión de Las brujas de Salem.
“Era una de las chavitas que habían ido al vudú con la africana; mis papás comenzaron a ver lo que hacía y se dieron cuenta que no iba a prostituirme (risas) porque era una mujer pública”, comenta entre risas Murguía.
Lo que ocurrió después ya es historia.
Ahora mismo, fiel a su cuna e integrante de la Compañía Nacional de Teatro, está por reponer la obra Ilusiones, al lado de Ricardo Blume y Farnesio de Bernal.
Para el último trimestre se contempla el estreno de Tercera llamada, película donde aparece brevemente como acomodadora de teatro.
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