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miércoles, 19 de febrero de 2014

La mujer que dobló tres mil películas prohibidas en Rumanía



La mujer que dobló tres mil películas prohibidas en Rumanía


Irina Margareta Nistor conseguía los VHS de contrabando y sus versiones sobladas se distribuían a gran velocidad por el país
La mujer que dobló tres mil películas prohibidas en Rumanía

Nadie conocía a Irina Margareta Nistor, pero todos la habían escuchado: «Nos preguntábamos por qué todos los personajes tenían la misma voz»

Irina Margareta Nistor trabajaba como traductora de programas de televisión en Rumanía durante el régimen comunista de Ceaucescu, en los años ochenta. Junto a su ocupación oficial, sin embargo, Irina mantenía en secreto y amparada por su jefe la labor por la que será recordada:dobló de forma secreta cerca de 3.000 películas prohibidas, todas ellas introducidas de contrabando en cintas VHS. Aquellos títulos alcanzaban una distribución clandestina rapidísima. Nadie conocía su nombre en Rumanía, pero a todos les resultaba familiar su voz.

«The New York Times» ha dedicado un vídeo a esta mujer, titulado «VHS vs. comunismo», en el que cuenta cómo se convirtió en leyenda. A mediados de los ochenta, recuerda el diario, la televisión rumana se limitaba a dos horas diarias de programación, en su mayor parte propaganda. «Empezamos a preguntarnos», dice una de las personas entrevistadas en el reportaje, «por qué todas las películas estaban dobladas por la misma voz», incluido, como se ve en el vídeo, el famoso monólogo de Robert de Niro ante el espejo: «¿Me estás hablando a mí», con la voz en inglés y el doblaje superpuesto de Irina. No es de extrañar que la voz de Irina sea la más conocida en Rumanía después de la del propio Ceaucescu, como dice otro de los participantes en el documento.

Las películas eran de todo tipo, no solo de corte político o grandes éxitos del séptimo arte. Todo lo que venía del imperio estaba prohibido en Rumanía en aquellos tiempos. Los entrevistados citan el kung-fu, títulos taquilleros de acción y cine independiente, Chuck Norris, Sylvester Stallone... Y siempre con todas las voces idénticas, procedentes de la misma mujer, que se esforzaba por poner la entonación necesaria en cada caso. Algunos comentan que tenían curiosidad por saber cómo era; otros confiesan que no pensaben siquiera que hubiera un cuerpo detrás. Irina era «la voz».

La propia Irina Nistor comenta que parte de su trabajo era traducir películas para el comité censor del Gobierno, que quería esconder a la población lo bien que se vivía en el Oeste, sus coches y casas con piscinas. Incluso Tom y Jerry podían ser perniciosos. Había tantas cosas prohibidas, que nunca serían permitidas en televisión, que cuando en 1985 le propusieron traducir algunas cintas para una persona que las traía del extranjero, comenzó la que sería su segunda carrera. «Mi principal sentimiento es que podía ver películas, estar en contacto con el mundo», confiesa. «Era desolador no poder viajar y aquello era como una droga, como espapar de la cárcel». Así fue como se convirtió en un fenómeno de masas

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