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lunes, 12 de enero de 2015

Una mujer en el espejo
Las intervenciones se realizan en los quirófanos de High Care Hospital. / Foto cedida por Carlos Cáceres

Una clínica de Marbella cuenta con el único equipo médico de Andalucía especializado sólo en la feminización del rostro



Nieves Castro | Marbella @ncastrosanchez

13 enero 201500:49
Desde 2000 la Sanidad Pública Andaluza (SAS) cubre las operaciones de cambio de sexo, pero el problema para muchas de las personas que deciden dar este paso es que frente al espejo un rostro masculino impide vivir con plenitud su identidad sexual. En Marbella, existe el único equipo médico especializado de Andalucía en la feminización del rostro, una técnica que engloba diversos procedimientos y que no está subvencionada por el SAS.

Facial Team nace en 2007 para dar respuesta a la demanda de personas que necesitan dulcificar su cara y hacerla más femenina. Una tarea que actualmente también realiza otra clínica en Barcelona, aunque no de forma exclusiva. De hecho, el equipo médico marbellí afirma con orgullo que se pueden contar con los dedos de la mano los centros que en el mundo están especializados únicamente en este empeño. «El objetivo es ayudar a estas personas a involucrarse social y profesionalmente. Si bien la cirugía de reasignación de género sexual es importante para muchas, ésta no le ayuda a involucrarse socialmente, porque la cara es lo primero que la gente ve», afirma Lilia Koss, responsable de la relación con los pacientes.

Según las estadísticas del equipo, que opera en el hospital privado High Care, el 98% de los pacientes son transexuales que necesitan de una cirugía para afirmar su género facial. El 2% restante son mujeres y hombres cisgénero, personas cuyo cuerpo concuerda con su identidad de género, pero a los que les interesa suavizar rasgos faciales, generalmente porque nacieron con una frente sobredesarrollada o una mandíbula muy cuadrada. La edad media de las personas que llaman a la puerta del centro ubicado en Nueva Andalucía ronda los 35 años, pero cada vez se va reduciendo más. Un fenómeno que el equipo médico achaca al mayor conocimiento de los tratamientos disponibles.

La feminización facial consiste en esculpir el hueso para poder modificar la cara y no sólo en meros procedimientos estéticos. Por lo general, si la mujer necesita retoques de este tipo no podrán hacerse a la misma vez que la cirugía maxilofacial, sino en una segunda intervención y, al menos, seis meses después. Además, a diferencia de lo que puede pasar con ciertos tratamientos plásticos, los expertos subrayan que la cirugía ha tenido éxito cuando la paciente no se convierte en quien no es. Pero la mitomanía manda y no son pocas las mujeres trans que acuden a la consulta fotografía en mano con el anhelo de asemejarse a su estrella favorita. «Hay cosas que se pueden aceptar, pero nuestro objetivo no es que parezcan otra persona, sino suavizar los rasgos para que sean más femeninos», advierte Koss.

Aunque cualquier parte del rostro es susceptible de ser manipulada, existe un A,B,C de feminización porque hay características que sí o sí imprimen un aire más varonil. La reducción de la frente es uno de los procedimientos estrella junto con el trasplante capilar, la rinoplastia y el moldeo del mentón. Pero para estos especialistas no hay duda, la clave es la frente. «La cara masculina la tiene más prominente y el nacimiento de pelo en forma de ‘N’, así que cuando se aborda la reconstrucción de esta parte del rostro se puede hacer una incisión por la zona coronal para retirar un tira de cuero cabelludo e injertar esos capilares en la frente, de esta forma conseguiremos una línea de pelo mucho más redonda acorde a como lo tienen las mujeres», explica Koss sobre uno de los procedimientos más comunes para dulcificar el rostro.

Cómo y cuándo

Aunque esta cirugía dista de otorgar caretas, la recomendación de los médicos es que las pacientes se pongan en tratamiento psicológico antes y después de la operación. El consejo suele caer en saco roto porque la mayoría acude con los deberes hechos. El 90% de las personas que reclaman este servicio ya ven a un especialistas en disforia de género, están en tratamiento hormonal y acuden a grupos de apoyo con otras mujeres trans.

Una de las preguntas más recurrentes entre aquellas que están pensando en dar el paso de afinar su semblante es cuándo afrontar el cambio. Y aunque no hay normas fijas, lo normal es hacerlo seis meses después de haber iniciado el tratamiento hormonal, tiempo suficiente para que se produzcan cambios en los tejidos blandos de la cara que pueden afectar al tipo de procedimiento al que se somete a la mujer. «Después de haberse iniciado el tratamiento hormonal ya se puede evaluar bien qué tipo de feminización precisa una paciente, que en cada caso será totalmente distinta», afirma Koss.

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